martes, 29 de mayo de 2012

El mundo está loco, loco, loco.

Se asesina la educación. Se castra agolpando a los estudiantes de primeros niveles y poniéndoles todas las trabas económicas posibles a la entrada de los estudiantes de niveles superiores. Se despiden profesores, se pierde la calidad de la enseñanza con la genial, genial de verdad, excusa de: "nuestro sistema educativo está a la cola de europa". Bien, y que mejor para solucionarlo que ponerlo peor. ¡A ver si esto es redondo y nos ponemos tan a la cola que acabamos siendo los primeros!.

Todo esto no repercute solo en más o menos sueldo para profesores, en más o menos horas lectivas para los pequeños o en más o menos vacaciones. No nos engañemos. Repercute en todo eso pero repercute en algo muchísimo peor: las nuevas generaciones van a estar menos preparadas.

Eso es así, si la gente no se puede permitir estudiar no lo va a hacer y tendremos un futuro de gente sin preparación, gente fácil de engañar, fácil de controlar, sin espíritu crítico ni capacidad de queja. ¡Já! Todo cobra un poco de sentido ahora, ¿no creen?.

Pero no acaba aquí la historia. Se rescatan bancos culpables de la crisis y se dejan naufragar a familias que son simples víctimas. Se cometen los mayores desmanes (véase corrupción política y paraísos fiscales) y se les premia con amnistías y con impunidad.

Se recorta al máximo en lo básico y se dejan intactos los lujos y las desfachateces innecesarias.

Se destruyen paraísos nautrales, costas, parques, montañas, playas, todo fuera, en su lugar: hoteles, campos de golf, complejos turísticos...

Esto que escribo no es un grito de "¡cambiemos el sistema!" o "abajo el capitalismo, viva el comunismo" (que no digo que no sean debates interesantes y necesarios, pero no es el caso). No, esto no es más que un llamamiento a la cordura.

¿No vemos que nos estamos volviendo locos? Esta sociedad siempre se ha regido por el dinero, siempre fue lo más importante y siempre se hizo todo con la única intención de engordar cuentas corrientes. Ni lo comparto ni lo tolero, pero, repito, no es ese debate el propósito de mi texto. Es que ya hemos alcanzado el máximo que mi sentido común me permite alcanzar.

Ya no es un desmán cada tres meses, son tres cada día. Es la violencia máxima del sistema. Es la pura guerrilla del dinero.

Ante esta sociedad, en la que empiezan a surgir movimientos de gente indignada, que empieza a ser foco de debates, revueltas y, en definitiva, de pensamiento crítico contínuo, yo reivindico desde mi modesto atril que no podemos seguir tomando esto como "normal".

Por muy acostumbrados que estemos a ver barbaridades que quedan impunes, no podemos seguir pasándolas sin más, por que cada vez va a más y nadie sabe donde puede desembocar todo esto.

Es solo un poco de cordura. Cordura con el medio ambiente, cordura con el bienestar social, cordura con el control del dinero y cordura en las penas al que incumpla leyes de manera descarada y con resultado funesto para todos.

Hace falta una revolución. Pero no un mero cambio de gobierno, ni de forma de gobierno, ni siquiera de sistema. Hace falta una revolución aún más profunda, una que cambie las mentes de la sociedad y de los individuos, pues mientras haya gente que crea que todo está justificado por ganar cuanto más dinero mejor, esta sociedad va a estar podrida de raíz y cualquier sistema que se construya sobre esas raíces se va a acabar desplomando.


"El peor castigo para quienes no se interesan en la política, es ser gobernados por quienes sí se interesan". Arnold J. Toynbee.

lunes, 28 de mayo de 2012

Demasiado tarde.

Todos sus amigos habían muerto ya en esa estúpida lucha por el control de la zona. Estaba solo, cansado, perdido y amenazado.

Las noticias no decían nada. "Chivas empató el juego de ayer", "inauguración de una nueva guardería en la región de Aguascalientes" y "tiempo soleado para mañana en todo el país" era lo que se limitaban a decir. Ni una palabra de los tiroteos que teñían de rojo la arena y las piedras del desierto norteño.

El calor apretaba, asfixiaba. Se refugió a la sombra de un peñasco e intentó limpiarse las heridas. La sangre se mezclaba con el sudor y el polvo del desierto, pero esto no le causaba ninguna preocupación: antes de morir por las infecciones, que seguro le acarrearían aquellos cortes, alguien le habría metido ya una bala en la cabeza, igual que a sus compañeros.

Se acordaba de ellos mientras quemaba con la punta del cigarro sus heridas. La quemazón y la angustia le recorrían el sistema nervioso. Hacía muchísimo calor.

De pronto pasó una de esas tortugas del desierto, esas que andan sin que parezca que van a un sitio en concreto y que, desde luego, si fueran, parece que no llegarían nunca. La miró fijamente y quiso que por acción divina sus cuerpos se intercambiaran. Cualquier cosa por estar en el lugar de esa tortuga parsimoniosa en vez de en el suyo propio.

Con numerosas heridas, síntomas de deshidratación, sin ayuda, sin munición y sin su ranchera, pensó que solo quedaba tumbarse a esperar que alguien le librara de ese infierno y lo mandara a otro peor.

¿Cómo había llegado hasta aquí? ¿Cómo diablos había pasado de estar en el D.F. trabajando en una pequeña clínica médica de barrio a estar moribundo en el desierto? Se lo preguntaba una y otra vez y volvía su mente atrás. Todo lo que le venía era una tempestad de infortunios. Uno tras otro, que le condujeron, sin pausa para darse cuenta de que estaba pasando, directamente debajo de aquella piedra.

Ahora todo daba igual. Ya no importaba el cómo había llegado ahí. Ya solo quería paz. Descansar, aunque fuera de forma eterna. Ni siquiera le quedaba agua en el cuerpo para verter lágrimas.

Sacó de su bolsillo una fotografía. En ella aparecía retratada una hermosa mujer con todos los ragos de una prototípica mujer latina. Pese a que la foto estaba visiblemente deteriorada, su mirada se veía radiante y bella.

"Supongo que aquí acaba todo. Ni siquiera he podido decirte adiós y es lo que más me duele. Al final tú tenías razón, todo eso que yo creía importante no lo era: el poder, el dinero...¿Dónde están ahora esas cosas para curarme las heridas y sacarme de este lío? No, me equivoqué y, como todos los seres humanos de la historia, he tenido que esperar hasta que ya no hay remedio para darme cuenta del error. Te dejé de lado por la ciega ambición, y ahora la vida me deja de lado a mí como castigo. Me lo merezco. Al final, cuando uno está en sus últimos momentos y lo sabe, se le viene a la mente una cosa, y supongo que es la prueba de que esa cosa es lo más importante de su existencia. Me encantaría poder decirte que esa cosa eres tú, temo que no voy a poder decirte ya nunca más que lo has sido todo para mí, aunque no me diera cuenta. Perdóname por no haberte devuelto lo que me diste. Perdóname por irme sin que sepas que eres la mujer más maravillosa del mundo..."

Una lágrima humedeció su reseca mejilla al tiempo que un ruído ensordecedor dejó mudo el desierto.


lunes, 21 de mayo de 2012

731 días.

731 días. Eso es exactamente lo que ha pasado desde el 21 de Mayo de 2010: dos años.

En 731 día da a tiempo a muchas cosas, a muchísimas cosas, pero hay una, una sola cosa, de la que no me ha dado tiempo en 731: arrepentirme.

Sé que todo el mundo estaba empeñado en que debería hacerlo, que todo estaba mal, que era un error grave y no iba a llegar a ninguna parte. El tiempo me ha dado, nos ha dado, la razón y aquello que todo el mundo consideraba altamente negativo es lo más positivo que me ha pasado nunca.

No, no me arrepiento, porque aquello ha desembocado en lo mejor que he tenido nunca: ella, tú.

Y es que me has dado muchos más de 731 motivos para quererte, me has regalado veranos, inviernos, sorpresas, alegrías, apoyo, amor, amistad, pasión, anécdotas, sueños, viajes, conversaciones, discusiones, noches, días...Me has regalado un sinfín de cosas que se pueden resumir en una: la vida.

En 731 días, como ya sabes, no me he conseguido agradecerte nunca todo, así que, te pido por favor, que me dejes seguir intentándolo. Porque no te prometo conseguir decirte todo lo que eres para mí, pero si te prometo intentarlo todos los días.

Gracias por ser tú, por estar ahí y por hacerme sentir así.

Te quiero.

domingo, 20 de mayo de 2012

#CadizCFa2A

No va a ser nada habitual que encontréis en este rincón muchas cosas acerca del deporte o del fútbol en particular, pero hoy  va a ser una pequeña excepción porque me apetece hablar de algo que es mucho más que simple fútbol.

Esta tarde juega el Cádiz. Nuestro Cádiz. Se juega el ascenso a 2ª División, una vez más.

Bien es cierto que he abandonado el sagrado ritual de ir al campo todos los domingos y animarlo hasta volver sin voz. Lo he hecho por total desacuerdo con los que dirigen lo que para muchos es un equipo de fútbol y para ellos un simple negocio que tiene que dar beneficios y riqueza. Mi ética, si lo queréis llamar así, me impide seguir entrando en ese bucle de consumo que alimenta a lo que, a mi modo de ver, no es sino un grupo de mangantes bien vestidos.

También es cierto que en los últimos casi dos años me he distanciado un poco y que ya no queda en la plantilla ninguno de mis ídolos, ninguno de los que me hacían vibrar cada dos semanas.

Pero no es cierto que haya dejado de sentir. Ese escudo sigue significando para mí todo lo que siempre ha significado. Son alegrías y penas deportivas, pero es mucho más, son amigos, viajes, borracheras, anécdotas, risas, abrazos, conversaciones, discusiones e, incluso, una relación, una novia.

Todo eso está ahí. Siempre estará ahí, no se borra. Puede que el deporte me dé más igual que nunca. Puede que no vaya al Carranza. Puede que cada día me dé más asco todo lo que gira en torno al fútbol. Pero eso no me hace olvidar los grandes momentos, así que hoy, por mí, y por todas las buenas personas que sé que encuentran en esto mucho más que una manera de pasar los domingos, hay que ganar. Hay que subir. Porque somos el auténtico submarino amarillo, y los submarinos bajan, pero también suben.



Cantaremos todos unidos, alzaremos fuerte la voz, para que solo se escuche aquello de...



El pequeño placer de sentirse vivo.

Caminas solo por la calle. El viento te pega fuerte en la cara y te despeina, pero no luchas contra ello, te dejas llevar. Comienza a lloviznar y el frío aprieta. El cielo relampaguea. Todo se conjuga para hacerte sentir que estás ahí, que estás vivo.

En la profunda soledad callejera de la noche es cuando puedes estar más tranquilo con tus pensamientos. Nada que ocultar. Ninguna apariencia que mantener. Ningún dañino pensamiento que tengas que enterrar en lo más hondo de tu ser. Simplemente andas, con el viento, el frío y la lluvia golpeándote sin piedad pero con dulzura. 

El sueño empieza a hacer acto de presencia, tu cabeza empieza a quejarse con pequeñas punzadas y tus neuronas se dispersan en un mar de divagaciones. Todo se vuelve abstracto, etéreo y relativo. Ya nada parece tan serio, ni tan malo, ni tan bueno, la sensación es de que el día, la vida, te ha dado un tiempo muerto para que razones fríamente la táctica antes de volver a jugar.

Y en ese silencioso maremagno de pensamientos estás cuando das por acabado el tiempo muerto, esperando que las conclusiones sean firmes y acertadas, cerrando los ojos y dejándote arrastrar por Morfeo hasta un nuevo día.

Afuera llueve.

 

viernes, 18 de mayo de 2012

Solo temo que, por ser de noche...

- No quiero que salga el sol.
- ¿Por qué?
- Cuando salga el sol me vestiré y me iré y será como si nada de esto hubiera pasado nunca.
 - Pero sabes que ha pasado. Quédate con eso.
 - Ahora estoy inmensamente feliz por estar en esta cama. Cuando todo esto no sea más que un recuerdo me atormentaré por no haberlo aprovechado más.
 - ¿Y no es mejor que vengas a besarme y lo aproveches en vez de estar anticipando futuras lamentaciones?
 - No lo entiendes. Podría parar el tiempo y estar una eternidad haciéndote el amor y aún así nunca me habrá parecido suficiente.
 - Guau, eres insaciable.
 - Soy completamente saciable de todo, excepto de ganas de ti. Si tan solo me concedieras un día más...
 - Sabes que no. No me entiendas mal, lo de esta noche ha sido genial, pero solo dura lo que una noche. Solo hasta el amanecer.
 - ¿Por qué? Eres cruel...¿Acaso no ha significado nada para ti?
 - Lo ha significado todo. Por eso mismo no puede durar más.
 - Juro que no te entiendo.
 - No intentes hacerlo. A veces ni yo misma me entiendo. Quédate con las respuestas, con lo que ha pasado entre tú y yo esta noche, y no busques las preguntas, créeme, será mejor.


Bañada en salitre.


No hay tranquilidad como la que da el mar. Por mucho ruido, viento, lluvia o molestias que pueda haber en la superficie, el solo gesto de zambullirte las borra todas en un instante.

El ruído se convierte en el leve susurro del mar meciéndose con melódica parsimonia. El viento se para y cualquiera que sea la condición meteorológica de la superficie ahora ya da igual. Ya todo es paz y bienestar.

Que tus problemas y pensamientos inquietos se vayan con la marea, que se pierdan, como el sol al atardecer, tras su infinito horizonte.

Algún día no muy lejano me faltará la tranquilidad salada que solo el mar sabe dar y, entonces, será cuando me dé realmente cuenta de la majestuosa joya que ha estado cuidando de mí durante todo este tiempo.

"¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad? ¿Por qué me desenterraste del mar?". Rafael Alberti.