lunes, 28 de enero de 2013

La famosa cosa. La que está fatal

He vuelto. Aunque en realidad nunca me fui.

Hoy, al menos desde donde escribo, es un día de esos en los que el invierno parece que se vuelve compasivo y te regala un día despejado con un sol radiante para que te alivie el frío de la época. Bajo este sol y este cielo azul, vuelvo a escribir, o a intentarlo.

Hoy no traigo historias. Mi mente no está para inventar ficciones completas, y traer pequeños retazos de historias nunca me ha sabido del todo bien.

Últimamente la realidad es tan aplastante que no es necesaria la ficción.
Me levanto y veo en la prensa o en la televisión como los que mandan siguen robando. Lo que en un principio parecía una pequeña mancha que ensuciaba todo el conjunto, día a día se descubre de que no es tan pequeña la mancha ni tan grande el conjunto limpio.

Nos gobiernan corruptos, cazadores de elefantes, estafadores, mafiosos, curas, militares y sinvergüenzas. Día a día este Estado del Bienestar, que, por cierto, nunca fue del todo del Bienestar, o no lo fue al menos de la manera completa que podía haberlo sido, lo es un poco menos.

Peligra la sanidad, la educación, la vivienda. Peligra el trabajo, peligra la nutrición, peligra la libertad de expresión y, en cuanto nos despistemos un poco, peligrarán los Derechos Humanos, si no lo hacen ya. Esto, que ya se dice hasta a la ligera, como el que recita las provincias de Andalucía o la tabla del cuatro, es muy serio. Es de una gravedad infinita, incluso haciéndolo poco a poco, como lo hacen, el daño está siendo terrible. Y esto solo es el comienzo, me temo.

Y hay culpables, con nombres y apellidos, no son una nebulosa difuminada, son caras reconocidas y, en un gran porcentaje, fichadas. Pero no importa, porque mandan. Y si van a juicio, salen impunes. Y si  les condenan, les dan amnistías. Un trato de favor tras otro, de un lado y de otro, y todos a seguir mangando.

Me gustaría decir que lo hacen con astucia, sin posibilidad de que el pueblo se dé cuenta y reaccione, me gustaría decir que nos gobiernan unos maestros del pillaje y que ante eso nada es posible. Pero no, nos manejan una panda de incompetentes que ni siquiera sabe mentir bien. Sus mentiras son pilladas y desarmadas una, y otra y otra vez. ¿Entonces? ¿Por qué no caen los mentirosos como consecuencia de sus tan dañinos actos y mentiras?

Buena pregunta. El que tenga la respuesta, que me avise.