- Ey, hola.
- Hola, cuanto tiempo.
- Demasiado.
- ¿Qué tal? ¿Todo bien? ¿Sigues saliendo con tu novio?
- Sí, todo perfecto, llevamos ya cinco años juntos.
- Guau, si que ha pasado el tiempo.
- ¿Y tú?
- Yo sigo igual. Sigo trabajando en lo mismo y con María las cosas cada vez mejor.
- Me alegro.
- ...¿Por qué ha pasado tanto tiempo?
- No lo sé. Digamos que nos distanciamos. Todo el mundo se distancia.
- Pasamos del todo a la nada en un par de días.
- Me encantaría que volvieramos a ser todo...
- Y a mí. ¿es demasiado tarde?
- Creo que no. Me tengo que ir. ¿Me acompañas a casa y hablamos por el camino?
- Como en los viejos tiempos.
Empezaron a recorrer un largo camino que los dos habían recorrido infinidad de veces mucho tiempo atrás. Hablaron de trivialidades intentando recuperar una confianza sepultada bajo años de indiferencia y silencio mientras el camino les traía a ambos a la mente recuerdos cargados de significado, de nostalgia, con un cierto aire de clandestinidad, sentimientos que no podían ser dichos en voz alta pero eran gritados a los cuatro vientos por el silencio de las miradas.
- Ya hemos llegado. Consideremos este camino y esta charla como una vuelta a la normalidad, ¿vale?
Hubo un silencio. Largo. Pero no llegó a ser incómodo, de pronto, él lo rompió.
- La última vez que estuve aquí contigo me moría de ganas de besarte. Y sé que no fui el único de los dos que sintió ese impulso.
Otro silencio. De nuevo no incómodo, más bien necesario. Ella se extrañó al oir esas palabras, por el mero hecho de oírlas, no porque le sonaran desconocidas, ni raras.
- Lo sé. Y es verdad. Durante todas aquellas noches, durante todo el tiempo que veníamos recorriendo el camino solo esperaba que pasara algo, no sé bien el qué, pero algo que nos empujara a besarnos, sin pensar en nada más, y que el amanecer lo borrara todo. Pero luego atacaba la conciencia, no podía ser, estaba mal, no sería justo para las personas que nos quieren y están ahí día a día, así que subía a casa y me repetía a mi misma que había hecho lo correcto, hasta que te volvía a ver y se me apagaba la conciencia y se me activaba la pasión.
- Ha pasado mucho tiempo y nunca he dejado de pensar en ti.
- ¿Estás enamorado?
- No, no es amor. Amo a María. Pero no puedo evitar mirarte y recordar aquellos años, aquellas miradas y aquel deseo retenido a la fuerza. Supongo que todo es nostalgia.
- Voy a subir, voy a decirme a mí misma que es lo correcto y cuando te vuelva a ver desearé hacerte el amor, pero no lo haré. Es lo mejor.