miércoles, 26 de septiembre de 2012

No amanece.

Algo ha pasado.

Has hecho esto mil veces, lo sabes hacer y, sin perder la humildad, lo sabes hacer bien. Pero ahora, de pronto, todo se ha parado.

Mejor dicho, tú te has parado. Todo corre, deprisa, sin parar ni un instante, te atropella. Intentas moverte pero tu cuerpo no responde. Un bloqueo inexplicable te recorre de arriba a abajo y no te deja avanzar, no te deja ni siquiera echarte a un lado y evitar los empujones de la prisa de los acontecimientos.

Te caes. Te caes varias veces, y a cada tropezón te haces más pequeño e inmóvil. Te planteas si de verdad un día supiste andar, si de verdad sabías hacer esto bien.

Estás en el suelo y nadie se para a ayudarte. Está todo mojado y hace frío. No amanece.

No eres pequeño, ni débil, a lo mejor has tenido momentos de flaqueza pero, definitivamente, no es este uno de ellos. Sin embargo, estás ahogándote en un charco y no encuentras la fuerza para salir a flote.

domingo, 23 de septiembre de 2012

lunes, 17 de septiembre de 2012

Si no es mucho pedir.

Un antro con buena música: rock psicodélico o el jazz eterno de Nueva Orleans. Una buena ginebra, de las que no matan al tragar. Una conversación interesante, que haga que no sea necesario estar vigilando el correr de las manecillas del reloj, que deje a un lado las frases prefabricadas y neutrales y se llene de pasión por el tema que sea. Un paseo con una mujer guapa por las calles silenciosas de la madrugada. Un beso en la puerta, de los que se dan con ganas, de los que se buscan y la mera satisfacción de encontrarlo ya te levantan los pies del suelo. Que amanezca mientras te metes en la cama.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Otro estúpido cuento de deseos incumplidos.

- Ey, hola.
- Hola, cuanto tiempo.
- Demasiado.
- ¿Qué tal? ¿Todo bien? ¿Sigues saliendo con tu novio?
- Sí, todo perfecto, llevamos ya cinco años juntos.
- Guau, si que ha pasado el tiempo.
- ¿Y tú?
- Yo sigo igual. Sigo trabajando en lo mismo y con María las cosas cada vez mejor.
- Me alegro.
- ...¿Por qué ha pasado tanto tiempo?
- No lo sé. Digamos que nos distanciamos. Todo el mundo se distancia.
- Pasamos del todo a la nada en un par de días.
- Me encantaría que volvieramos a ser todo...
- Y a mí. ¿es demasiado tarde?
- Creo que no. Me tengo que ir. ¿Me acompañas a casa y hablamos por el camino?
- Como en los viejos tiempos.

Empezaron a recorrer un largo camino que los dos habían recorrido infinidad de veces mucho tiempo atrás. Hablaron de trivialidades intentando recuperar una confianza sepultada bajo años de indiferencia y silencio mientras el camino les traía a ambos a la mente recuerdos cargados de significado, de nostalgia, con un cierto aire de clandestinidad, sentimientos que no podían ser dichos en voz alta pero eran gritados a los cuatro vientos por el silencio de las miradas.

- Ya hemos llegado. Consideremos este camino y esta charla como una vuelta a la normalidad, ¿vale?

Hubo un silencio. Largo. Pero no llegó a ser incómodo, de pronto, él lo rompió.

- La última vez que estuve aquí contigo me moría de ganas de besarte. Y sé que no fui el único de los dos que sintió ese impulso.

Otro silencio. De nuevo no incómodo, más bien necesario. Ella se extrañó al oir esas palabras, por el mero hecho de oírlas, no porque le sonaran desconocidas, ni raras.

- Lo sé. Y es verdad. Durante todas aquellas noches, durante todo el tiempo que veníamos recorriendo el camino solo esperaba que pasara algo, no sé bien el qué, pero algo que nos empujara a besarnos, sin pensar en nada más, y que el amanecer lo borrara todo. Pero luego atacaba la conciencia, no podía ser, estaba mal, no sería justo para las personas que nos quieren y están ahí día a día, así que subía a casa y me repetía a mi misma que había hecho lo correcto, hasta que te volvía a ver y se me apagaba la conciencia y se me activaba la pasión.

- Ha pasado mucho tiempo y nunca he dejado de pensar en ti.
- ¿Estás enamorado?
- No, no es amor. Amo a María. Pero no puedo evitar mirarte y recordar aquellos años, aquellas miradas y aquel deseo retenido a la fuerza. Supongo que todo es nostalgia.
- Voy a subir, voy a decirme a mí misma que es lo correcto y cuando te vuelva a ver desearé hacerte el amor, pero no lo haré. Es lo mejor.